Soñar es como un paseo por el parque: el aire puro, la alegría, los juegos, todo es
verde, el compartir, la espontaneidad, la inocencia. Es compartir todos la
armonía, es como una felicidad que nos baña, es hacer proyectos juntos; un mañana
que comienza en el hoy. ¡Los sueños se pueden hacer realidad!
Soñar como lo hacía Crucita Henriquez, madre y viuda
de 51 años: una negrita dulce, secretaria de un colegio parroquial, y con un
corazón de oro, militante en los grupos cristianos de base, de su barrio el
Molino, zona marginal del oeste de Caracas. Desde lo hondo de su ser y con la
sabiduría de su experiencia eclesial, expresa de forma realista:
“sueño
con un barrio donde todos nos saludemos y nos queramos. Que nos organicemos, y
que de una forma creativa, acabemos con la violencia y la inseguridad. Que nos esforzáramos por mejorar la calidad de nuestro barrio; donde donde no
existieran tantos juegos de azar, remate de caballos y lotería, y fuésemos verdadera presencia solidaria en las necesidades de nuestros vecinos.
Un
barrio donde los niños y jóvenes tengan la alternativa de disfrutar de juegos
deportivos y recreativos, sin el temor que vengan los delincuentes con sus
armas… un barrio donde se estreche los lazos de amistad, donde como cristianos
nos comprometamos como la Iglesia que somos”
¿Crees que los sueños pueden
hacerse realidad? ¿Cómo podríamos realizar este sueño de Crucita para el barrio?
Soñar, como Crucita, es exigir
la justicia social, sueño incesante de Israel, anhelado y esperado por sus
voceros: “El Señor gobernará las naciones
y enderezará a la humanidad. Fabricarán arados de sus espadas y sacarán hoces
de sus lanzas, una nación no levantará la espada contra otra y no se adiestrarán
para la guerra” (Is 2,4); “Actúen
siempre con sinceridad, sean buenos y compasivos con sus hermanos. No opriman a
la viuda, ni al huérfano, no anden pensando cómo hacerle mal al otro” (Za
7,9-10).
Todo sueño de justicia social
es utopía, pero Jesús con su vida nos muestra, que esta utopía del Reino de
Justicia, se construye por medio de la solidaridad y el servicio: “Uds saben que los jefes de las naciones se
portan como dueños de ellas y que los poderosos las oprimen. Entre Uds no será
así; al contrario, el que aspire a ser más que los demás, se hará servidor de
Uds” (Mt 20, 25-26).
Jesús es el gran soñador de una
sociedad igualitaria, fraterna y justa; fruto del esfuerzo de cada uno y de la
presencia de Dios a través de la
comunidad (Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-16). Todo sueño es realidad cuando siento
que cada persona es mi hermano y hermana. ¿Qué opinión te causa el sueño de
Israel y de Jesús? ¿De qué modo y cómo podemos comprometernos por la justicia
social?