La práctica de la magia[1]
tanto en el judaísmo, como en el imperio romano fue una costumbre. Así lo dejan
ver varios textos que la mencionan: Gn 30,14; 30,37ss; Ex 22,17; Lv 20,27; Dt
18,9 – 13; 1 Sam 28; 2 Mac 12,40; Sal 18,5ss; 91,5ss; Is 3,18 – 21; Jr 27,9; Ez
13,18 – 20; Miq 5,11; Mal 3,5. Además algunos gestos, ritos y acciones
simbólicas de la religiosidad judía fueron interpretados como magia:
bendiciones, maldiciones, purificaciones, sacrificios, imposición de manos,
oraciones, milagros: Ex 17,8 – 13; 15,22 – 25; 17,5ss; Jos 8,18; 1 Re 17,17 –
24; 18,42; 2 Re 2,8. 2,19 – 22; 4,18 – 37; 4,38 – 42. Así mismo Babilonia,
Egipto, Canaán, y otros pueblos vecinos ejercieron gran influencia en el pueblo
de Israel, con sus prácticas mágicas.
Cuando llega el tiempo del Nuevo
Testamento, siglo I de nuestra era, el ejercicio de la magia y la superstición estaban muy vivos en las
ciudades y pueblos de imperio romano, convirtiéndose en tradición popular, influenciando fuertemente
al cristianismo naciente; algunas veces las acciones milagrosas de Jesús y sus
discípulos, fueron interpretadas como magia: palabras de exorcismo, untar
saliva, imposición de manos, y otras.
Algunos sanadores populares a través de sus
gestos y acciones figuradas, fueron percibidos por magos: Apolonio, Vespasiano,
Aristea, Empédocles, Epeménides. También ciertos literatos e historiadores de
la época escribieron sobre el tema: Herodoto, Porfirio, Juvenal, Josefo, Filón;
por otro lado documentos que destacan el asunto son los papiros mágicos griegos
y el libro de los misterios de los judíos[2].
Esto nos muestra la intensa actividad de magia, adivinación, astrología y
hechicería habida en el imperio romano.
La religión imperial atacó intensamente las
prácticas mágicas y sus similares por intermedio de sus gobernantes, quienes
las consideraban peligrosas para su régimen. El emperador Tiberio (14 – 37 d.
C.), suprimió la magia en la región de las Galias, prohibiendo el ejercicio de
la adivinación publica y secreta; durante su gestión expulso a cuatro mil
ciudadanos, por causa de sus ritos mágicos. Sin embargo la religiosidad popular
greco – romana propició el cultivo de la magia, la adivinación y la
superstición. Se introdujeron los cultos femeninos de Cibeles y Artemisa, donde
se ejercía la adivinación y el profetismo femenino. Para el culto de Artemisa en Éfeso, se
utilizaron los vaticinios y el trance, sus adeptos fueron poseídos por la
diosa.
El Nuevo Testamento presenta la interpretación
de algunos textos de los Evangelios Sinópticos y el Libro de Hechos como
habilidades mágicas: la pesca milagrosa (Lc 5,1 – 11), la tempestad calmada (Mc
4,35 – 41), el endemoniado de Gerasa (Mc 5,1 – 20), la multiplicación de los
panes (Mc 6,30 – 44; 8,1 – 10), la moneda en la boca del pez (Mt 17,24 – 27).
En estos pasajes se revela un control
aparente sobre el orden natural, estos acontecimientos poseen una clara
intención teológica, que le confiere la actuación de Jesús. En comparación con
la magia, son: gratuitos, públicos, inmediatos, en beneficio de quien los
recibe; por lo cual contradicen toda magia.
Finalmente en el Libro de los Hechos de
los Apóstoles, se encuentran relatos similares a los de los Evangelios
Sinópticos y otros textos, vistos como acontecimientos mágicos:
• El
acontecimiento de Pentecostés: 2,1 – 10
• Curación
del paralítico del templo: 3,1 – 6
• La
sombra de Pedro cura: 5,15 – 16
• Liberación
de apóstoles por los Ángeles del Señor: 5,15 – 19 y 12,6 - 11
• Felipe
realiza señales y prodigios: 8,5 - 8
• El
mago Simón: 8,9 – 11
• Curación
Eneas, reanimación Tabitá: 9,32 – 42
• El
paralítico de Listra: 14,8 – 12
• La
adivina poseída: 16,16 – 18
• Pablo
y Silas liberados por un terremoto: 16,16 - 40
• Los
practicantes de magia en Ëfeso: 19,18 – 19
• Pañuelos
y delantales usados por Pablo tienen función curativa: 19,11 – 16
Otros textos de Hechos que remiten a
prácticas mágicas son: el episodio de Ananías y Safira (5,1 – 11); la muerte de
Herodes Agripa (12,20 – 23); la ceguera del mago Elimas (13,4 – 12); los hijos
de Esceva (19,11 – 20). Estas citas muestran un sentido punitivo. Se añaden a
estos, en un sentido de protección de Dios: viaje de Pablo a Roma (27,1 – 44),
la víbora que muerde a Pablo (28,1 – 6).
Esta lista de episodios apreciados como
mágicos, muestra el conocimiento que posee el autor de Hechos de la cultura
greco – romana, y la inserción del cristianismo en esa cultura, como un proceso
de inculturación del evangelio y nueva evangelización. Se observa también el
reto de la religiosidad popular, ante la inculturación y evangelización de hoy;
pero al mismo tiempo la fuerza del testimonio
en la evangelización inculturada.
[1] Magia, viene de la raíz griega mageia,
refiere el arte de los magos. Con el tiempo pasa a significar la actividad secreta del hechicero, entre las
cuales tenemos la adivinación y la astrología.
[2] Los papiros mágicos griegos
y el libro de los misterios de los judíos son documentos encontrados en Atenas,
Asia Menor, Roma, Sicilia y Egipto de la época del Nuevo Testamento, contienen
hechizos, palabras mágicas y manuales de trabajo de magos itinerantes.
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