“Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16).
El titulo de esta
reflexión esta tomado de un libro de Martin Luther King, la Fuerza de Amar
donde comenta este pasaje de Mateo, el cual refiere la dificultad de los
primeros discípulos en dar testimonio ante aquella sociedad, debido a las
envidias y persecuciones. Al mismo tiempo les fortalece, diciéndoles que el
testimonio viene de la acción del Espíritu en ellos.
Retomando la interpretación de Martin Luther
Kíng, sobre los fuertes de espiritu y los tiernos de corazón, el enumera sus
rasgos, los cuales resumimos:
Fuertes de espíritu
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Tiernos de corazón
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Racional, idealista
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Sentimental, inconstante
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Crítico, egoísta
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Flexible, amigable
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Discierne lo falso de lo verdadero
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Se deja llevar por la apariencia
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Consiente, perfeccionista
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Espontaneo
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Realismo, utilitarista
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Realismo subjetivo
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Personalidad fuerte, insensible
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Cambiante
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Cumplidor
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Flexible
|
Parafraseando este texto, podríamos decir: la fidelidad a
Dios y la solidaridad con quien necesita. También pudiera ser la fortaleza y la
sensibilidad. Tú puedes crear tu interpretación. ¿Tu personalidad coincide con
esta distinción? ¿Con cuál? ¿Qué opinión te causa?
Tal vez con algunas de estas expresiones nos asemejamos
porque coinciden con cualquier persona. Son los extremos o tendencias de
todos/as. Pero la frase bíblica tiene para nosotros una honda carga espiritual:
¿Cómo ser testimonio en esta sociedad donde
nos toca vivir en medio de muchas dificultades?
Pudiéramos entender “ser
fuertes de espíritu” como la persona
de fe y por eso ejemplo de vida, capaz de tomar decisiones importantes en medio
de las dificultades, quien posee siempre una esperanza en mejorar las
situaciones y fortaleza para superar los conflictos.
“Tiernos
de corazón” representa la nobleza humana, la sensibilidad, la
apertura a los demás, la capacidad de perdonar y reconciliarse, los valores, la
generosidad, la solidaridad, comprender a los demás, apoyarlos, un compromiso
de vida con el bien y la verdad. Fuertes de Espíritu y tiernos de corazón se
podría resumir en: “la grandeza de Dios,
que se realiza en la pequeñez humana”.
Me recuerda esto a la Sra. Claudina Labana, catequista
del pueblito de Cupira en el Estado Miranda: “una mujer de Dios” por su alegría, por su sencillez, por su
transparencia, por su fe; “una mujer del
prójimo” por su generosidad, su solidaridad, desvivirse por sus hijos y
familia, por la Iglesia. Tal vez cargada de muchos problemas y sacrificios,
pero un rostro que siempre refleja paz, y por eso a Dios; y un gran corazón
donde constantemente hay alguien a quien ayudar.
Hoy necesitamos ser fuertes de espíritu y tiernos de
corazón para que nuestra sociedad sea feliz. ¿Cómo?
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