Estaba
Jesús viendo como los ricos depositaban sus ofrendas en las arcas del templo. Vio
también a una viuda muy necesitada que hecho allí dos monedas de poco valor.
Y
dijo: les aseguro que esa viuda pobre ha hechado mas que todos los demás;
porque esos han hechado de los que les sobra, mientras que ella ha hechado
desde su pobreza todo lo que tenía para vivir.
Este
pasaje bíblico es sencillo y sublime, como es la grandeza de Dios en la inocencia.
Ofrece varios contrastes a primera vista: templo - persona,
riqueza pobreza, hombres - viuda. Los ricos representan abundancia, la viuda
penuria.
Los
ricos dan lo que les sobra, su seguridad es la riqueza. La viuda pobre da lo
que necesita para vivir, su seguridad es la providencia de Dios. A una fe materialista se opone una fe de la
confianza. Son los extremos de la vida, tan actuales como siempre: lo material
y lo espiritual
Es
un relato claro y Jesús es el maestro. Ellos solo han cumplido, Ella ha dado la
vida. Permite vislumbrar una sicología: los ricos la
desconfianza, la autosuficiencia, el orgullo, tal vez esclavitud (materialismo),
inseguridad; la viuda: entrega, desprendimiento, generosidad, libertad,
convicción, se intuye solidaridad y fraternidad.
Los
ricos desde su riqueza manipulan a Dios para conseguir seguridad. La viuda desde
su pobreza se siente segura ante Dios porque ofrenda la vida. La conclusión es tajante:
Dios opta por los pobres, porque confían
en su amor: “los ricos pasaran hambre, a los
que buscan a Dios nada les faltara” (Sal 34,11)
La
imagen de esta viuda pobre es la realidad de nuestras gentes de campo, barrio y
ciudad, quienes ofrendan la vida en
solidaridad y fraternidad ante las necesidades de los demás, con la fuerza de
la fe que les hace dar, confiar y
esperar en la gratuidad de Dios.