24 dic 2014

JACKSON ALEGRÍA


 
   La alegría es un regalo de Dios (Gal 5,22), que nace de un corazón que reposa y vive en él. Por eso la alegría representa la belleza de la vida, de los sentimientos, de los deseos, de las actitudes, la sensibilidad ante lo noble y autentico, la amistad. En cierto sentido la alegría hace de la vida una  poesía, por la inspiración, la pasión por la verdad, por el bien, el amor, la solidaridad, lo valeroso...la sencillez y des complicación.

   Jackson alegría es la historia de un joven especial, por su condición personal y preferido por Dios. Alegría cuando a sus 33 años muestra como expresión de satisfacción personal las planas de sus primeras letras y silabas, como un logro de su dedicación y entusiasmo. Tal vez su éxito inconmensurable, infinito...

   Como cualquier hombre que se apasiona por la mujer, entonces alguna de ellas le hace desvivirse, haciéndola en su imaginación su novia, quien le roba sus tiempos, sus pensamientos y motivaciones, suspiros; no tiene otra cosa de que hablar y en que pensar; con ella desea casarse. Sueño inmarcesible, en la lontananza…

   Con palabras entrecortadas de la niñez de 4 años, al saludarte, expresa: como tá tu? Y tu familia? Cómo tá tu salud? Es un deseo de bien, espontaneo, sincero, alegre, como la trascendencia del mismo Dios, en los que son como niños. Habla más un gesto que muchas palabras. Igual al despedirse, intermitentemente dice: chao,…pórtate bien!  Un deseo que te roba el alma y te expresa la ternura de Dios.

   Jackson alegría es también responsable, obediente y trabajador, servicial cuando se solicita de él un apoyo especial; se esmera. Su modo de ser refleja hacia sus amigos,  sonrisas por las continuas bromas hacia ellos, la alegría de la confianza, de la amistad y cariño, lo entrañable.

   Quien vive la alegría conquista las almas, porque ya ha conquistado a Dios, es una persona transparente y sensible, sencilla como flor del campo, bella con la belleza de Dios, y por eso abierta a la humanidad y a la naturaleza… Jackson alegría te regala sonrisas, bromas, gestos que invitan a vivir en armonía y paz, con el trasluz de Dios de tu vida!
                                                                
 

6 ago 2014

OFRENDAR LA VIDA, ESPERAR EN DIOS (Lc 21,1-4)


Estaba Jesús viendo como los ricos depositaban sus ofrendas en las arcas del templo. Vio también a una viuda muy necesitada que hecho allí dos monedas de poco valor.

Y dijo: les aseguro que esa viuda pobre ha hechado mas que todos los demás; porque esos han hechado de los que les sobra, mientras que ella ha hechado desde su pobreza todo lo que tenía para vivir.
 
 
 
Este pasaje bíblico es sencillo y sublime, como es la grandeza de Dios en la inocencia. Ofrece varios contrastes a primera vista: templo -  persona,  riqueza pobreza, hombres - viuda. Los ricos representan abundancia, la viuda penuria.

Los ricos dan lo que les sobra, su seguridad es la riqueza. La viuda pobre da lo que necesita para vivir, su seguridad es la providencia de Dios.  A una fe materialista se opone una fe de la confianza. Son los extremos de la vida, tan actuales como siempre: lo material y lo espiritual

Es un relato claro y Jesús es el maestro. Ellos solo han cumplido, Ella ha dado la vida. Permite   vislumbrar una sicología: los ricos la desconfianza, la autosuficiencia, el orgullo, tal vez esclavitud (materialismo), inseguridad; la viuda: entrega, desprendimiento, generosidad, libertad, convicción, se intuye solidaridad y fraternidad.

Los ricos desde su riqueza manipulan a Dios para conseguir seguridad. La viuda desde su pobreza se siente segura ante Dios porque ofrenda la vida. La conclusión es tajante: Dios opta por los pobres, porque  confían en su amor: “los ricos pasaran hambre, a los que buscan a Dios nada les faltara” (Sal 34,11)

La imagen de esta viuda pobre es la realidad de nuestras gentes de campo, barrio y ciudad,  quienes ofrendan la vida en solidaridad y fraternidad ante las necesidades de los demás, con la fuerza de la fe que les hace  dar, confiar y esperar en la gratuidad de Dios.


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OFRENDAR LA VIDA, ESPERAR EN DIOS (Lc 21,1-4)


Estaba Jesús viendo como los ricos depositaban sus ofrendas en las arcas del templo. Vio también a una viuda muy necesitada que hecho allí dos monedas de poco valor.

Y dijo: les aseguro que esa viuda pobre ha hechado mas que todos los demás; porque esos han hechado de los que les sobra, mientras que ella ha hechado desde su pobreza todo lo que tenía para vivir.

 
 
Este pasaje bíblico es sencillo y sublime, como es la grandeza de Dios en la inocencia. Ofrece varios contrastes a primera vista: templo -  persona,  riqueza pobreza, hombres - viuda. Los ricos representan abundancia, la viuda penuria.

Los ricos dan lo que les sobra, su seguridad es la riqueza. La viuda pobre da lo que necesita para vivir, su seguridad es la providencia de Dios.  A una fe materialista se opone una fe de la confianza. Son los extremos de la vida, tan actuales como siempre: lo material y lo espiritual

Es un relato claro y Jesús es el maestro. Ellos solo han cumplido, Ella ha dado la vida. Permite   vislumbrar una sicología: los ricos la desconfianza, la autosuficiencia, el orgullo, tal vez esclavitud (materialismo), inseguridad; la viuda: entrega, desprendimiento, generosidad, libertad, convicción, se intuye solidaridad y fraternidad.

Los ricos desde su riqueza manipulan a Dios para conseguir seguridad. La viuda desde su pobreza se siente segura ante Dios porque ofrenda la vida. La conclusión es tajante: Dios opta por los pobres, porque  confían en su amor: “los ricos pasaran hambre, a los que buscan a Dios nada les faltara” (Sal 34,11)

La imagen de esta viuda pobre es la realidad de nuestras gentes de campo, barrio y ciudad,  quienes ofrendan la vida en solidaridad y fraternidad ante las necesidades de los demás, con la fuerza de la fe que les hace  dar, confiar y esperar en la gratuidad de Dios.

 

 

2 jul 2014

LA VIDA DE DIOS

 
 
 
 
La Vida de Dios, esta afirmación suena discordante, incongruente; porque Dios es vida en sí mismo, es la vida por excelencia, sino, no fuera Dios. Por consecuencia toda vida se origina en Él, se conserva en Él y se renueva en Él. Él es por tanto el Dios de la Vida, quien proporciona real y verdadera vida a toda Vida. Se podría concluir que para desarrollar una autentica vida, se hace imprescindible la presencia de Dios. Estas afirmaciones son discutibles, pero las comparto desde la fe, desde el creyente.
Estoy convencido que la plenitud de la vida humana, es decir, “una vida en abundancia” (Jn. 10,10), es el desarrollo de la Vida de Dios, que se construye desde el alma, desde la interioridad; es la vida interior, la vida espiritual.
 
La familia de hoy necesita de este espacio de paz y sosiego, que renueve y revitalice su Vida ante la conflictividad de la sociedad. Este espacio armonioso, idealmente debe ser el hogar donde se reside y con quienes se convive.  Sin embargo la realidad de los hogares nos muestra, muchas veces, intensos conflictos familiares, divisiones, o el estrés del trabajo y el día a día, que no permite el disfrute de esta dimensión mística.
 
Sin saberlo buscamos recrear esta dimensión insondable en las temporadas vacacionales, cuando acudimos a la playa, montaña, salimos de nuestra ambiente común. El cultivo de la interioridad se consigue con la practica el crecimiento espiritual, con la meditación, la lectura, escuchar música, tiempos cortos en la playa y la montaña, el conocimiento a través de la filosofía, la religión, y otras. La vida espiritual es una redimensión de la vida de cada día, su práctica remoza la persona, quien se auto descubre y se reencuentra consigo mismo, renovando su sentido de vivir.
 
El paso de los años, la acumulación de experiencias significativas y las circunstancias de la vida, naturalmente provocan un cambio de etapas vividas, un cierre de ciclos, hacia otros espacios o dimensiones de la vida, dentro de los cuales la dimensión trascendente es la piedra angular, la base motora, por decir.  Pero, ¿qué efecto causa  la práctica de la vida espiritual en la persona?
Una primera acción de la vida del espíritu en las personas, muy determinante, es asumir como finalizadas las etapas dolorosas o frustrantes vividas, olvidarlas y sobre todo sanar sus raíces negativas  en el alma, en la psicología, en los recuerdos, en las motivaciones, en las emociones y demás. Esto es una real ganancia, porque el pasado queda atrás sin afecciones psicosomáticas; y más importante que todo, nos lleva a canalizar nuestras energías hacia otros horizontes más gratificantes.
La vida espiritual hace que tu vida sea plena: asumida, motivada, comprometida, ganadora,  llena  de paz y sosiego, de luz y armonía.  Crea en ti una sensibilidad profunda hacia los acontecimientos, la naturaleza y las personas; porque te hace penetrar en el sentido eminente de las mismas. Por eso hablar de vida espiritual, es hacerte consciente de la presencia de Dios en tu vida, como lo expresa contundentemente la Biblia: “en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).
La actividad que por excelencia nos lleva a esa conciencia-presencia de Dios en nuestra vida es la oración, entendida sencillamente, como diálogo de amigos; por eso necesita espacios de decir y espacios de silencio. La continua práctica produce llenura espiritual y sosiego, estabilidad emocional; por eso redimensiona la vida y las motivaciones.
Algunos párrafos de Teresa sobre la oración nos ayudan:
 
No es otra cosa oración…sino tratar de amistad, estando… muchas veces a solas con quien sabemos nos ama.
 
Para aprovechar mucho en este camino no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho.
 
No trabajes Tú de tenerme encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí.
 
Quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Solo Dios basta!
                                 

24 abr 2014

DE LA JUSTICIA DE CADA UNO SE CONSTRUYE LA PAZ PARA TODOS

En estos tiempos tan llenos de violencias por los conflictos bélicos, catástrofes en países y en zonas del planeta, la pobreza e injusticia social generalizadas en muchas naciones; se extraña la paz, se clama la paz, se busca la paz. Pero, ¿Qué es la paz?.

Paz viene de la palabra hebrea “shalom”, y significa el deseo que: “estés bien contigo mismo, estés bien con los demás, estés bien con Dios, estés bien con la naturaleza”. Podríamos resumirla en la armonía que hay en ti, porque tienes armonía con todo el universo y viceversa. Es decir, bienestar en su totalidad: personal y social, material y espiritual.

De este significado se puede concluir que una real paz es personal y social; y porque implica armonía y bienestar total se convierte en justicia social, entendida esta como equidad e igualdad. Sobre este tema dice Juan Pablo II[1] : La justicia camina con la paz y está en relación constante y dinámica con ella. La justicia y la paz tienden al bien de cada uno y de todos, por eso exigen orden y verdad. Cuando una se ve amenazada, ambas vacilan; cuando se ofende la justicia también se pone en peligro la paz”.  

La Biblia refuerza esta relación de la justicia y la paz: “el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua” (Is 32,17; 60,17; Sal 85,11; 72,3). Por eso se da una relación directa y proporcional entre la justicia social, la paz, la equidad e igualdad, y como consecuencia de ellas, la estabilidad y seguridad social.

Esta relación justicia – paz, tiene como fundamento los  derechos humanos, entendidos como los valores básicos que nacen con las personas y le dan su realización: derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a reunirse, a su identidad y nacionalidad, a residir y circular en un país, a un juicio justo, a no ser discriminado, a trabajar, a la salud, a la cultura, a la protección de la familia y la mujer embarazada, a la alimentación, al vestido y a la vivienda, a la educación, a un ambiente sano, a la autodeterminación de los pueblos, a la protección de la salud, seguridad e intereses económicos, a la información adecuada y veraz, a vivir en paz, al desarrollo humano, económico y social sostenible, otros más [2].
 
 
Es decir, desde nuestro ser cristiano, construir la paz significa por un lado la justicia personal, entendida esta como amor a Dios y al prójimo, el cual se realiza a través del bien común (los derechos humanos). Representa una virtud religiosa y un valor espiritual, connatural al ser humano. Si no se vive la paz, es difícil ser justo y viceversa. Esta afirmación  se ratifica cuando Pablo hablando en la carta a los Gálatas 5,22-23 expresa: “los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio”.

Otros textos bíblicos subrayan una paz cósmica (Os 2,20; Is 11) e histórica (Lv 26,6), un reino mesiánico de paz (Is 9,5), sin guerras (Is 2,2-4), por acción del Mesías (Mq 5,1-3). Tiene como culmen la paz del resucitado, que se ofrece como un regalo para sus discípulos: “les doy mi paz” (Jn 14,27; 20,19).
Es pues concluyente: DE LA JUSTICIA DE CADA UNO NACE LA PAZ DE TODOS.


 
 
 
 



[1] El título de esta reflexión está tomado del: Mensaje de su Santidad Juan Pablo II para la celebración de la XXXI Jornada Mundial de la Paz. 1 de enero de 1998. Les recomiendo leerlo.

[2] Ver: Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Declaración Universal de los Derechos Humanos.10 de diciembre de 1948.
 

10 mar 2014

LA MUJER MÁS BELLA DEL CÁNTICO BÍBLICO

“Soy morena y hermosa(Cant 1,5). Así se describe la mujer amada del Cantar de los Cantares, es la afirmación radical de su persona, de su vida, de su existencia: morena y hermosa, donde se sostiene, se define, se proyecta. Significa su plena realización y perfección[1].

La amada del Cantar es una campesina humilde, sin adornos y atavíos, pero profundamente enamorada, vehementemente enamorada; donde la belleza de su persona, además de su frescura de mujer mediterránea, la expresa totalmente a través del amor:   

Que me bese con los besos de su boca.

Son mejores que el vino sus amores,

exquisito el olor de tus perfumes,

tu nombre es aroma que se expande,

por eso te aman las doncellas.

Llévame contigo, ¡corramos!

Condúceme, rey mío, a tus alcobas,

para alegrarnos y gozar contigo,

y gustar tus amores más que el vino.

¡Por algo se enamoran de ti! (Cant 1,1-4)

 
El amor la hace ser persona, le proporciona su plenitud y belleza: “si no tengo amor nada soy” (1 Cor 13,3). Pero es un amor plenamente correspondido por el amado:  
 
Me has robado el corazón,

con una sola mirada de tus ojos,

con una sola perla de tu collar.

¡Que hermosos son tus amores,

hermana y novia mía,

son mejores que el vino tus amores!

Y el olor de tu fragancia,

mejor que todos los perfumes.

Miel destilan tus labios, novia mía:

y tienes leche y miel bajo tu lengua (Cant 4, 9-11)

 
El Cantar de los Cantares es una poesía de amor humano apasionado, erótico, correspondido, sublimado, ilimitado; donde la mujer como amada revindica su derecho al amor y al amar, por eso lanza piropos a la belleza del amado, como varón:  
 
Mi amado es apuesto y sonrosado…

Sus ojos son como palomas al borde del agua...

Plantío de balsameras sus mejillas…

Sus labios, lirios que destilan mirra.

Sus brazos como cilindros de oro…

Su cuerpo, marfil pulido

cubierto de zafiros.

Sus piernas como columnas de alabastro...

Su porte como el del Líbano,

gallardo como los cedros.

Su boca es la dulzura misma,

Y todo él es un encanto (Cant 7,10-16)

 
Ella se entrega total y pacíficamente al amado quien le corresponde: “Mi amado ha entrado fácilmente, se ha deslizado fácilmente entre mis labios. Yo soy de mi amado quien me desea” (Cant 7,11). El amor es su fuerza y su valor, la hace fiel, sin miedos, prejuicios, limitantes. Se siente alegre, bella, joven, soñadora, abierta al amor y a la vida, libre en la libertad que da el amor correspondido.  Tiene su certeza: “Mi amado es para mí, y yo para mi amado” (Cant 2,16; 6,3; 7,11). Por eso toda ella es paz, seguridad, madurez, realización, plenitud, transparencia, autonomía, armonía.  

La mujer más bella del Cántico, es la Imagen de una mujer libre y liberadora, quien denuncia a la mujer objeto de nuestra sociedad, y reclama para ella, desde su experiencia su dignidad, su protagonismo, su inclusión. El amor es su sentido y su fuerza para vivir, para crear, para soñar, para construir, para ser.

Detrás de este amor primigenio, ciertamente está Dios, “Y creó Dios al hombre a su imagen…varón y mujer de los creo” (Gn 1,27); el cual se realiza  en los amados y esposos del Cantar, demostrando la belleza, igualdad y dignidad del amor humano en pareja. Pero ella, la Mujer más Bella del Cántico Bíblico lo es  realmente en lo estético, en las formas y perfecta en los valores, en el espíritu, en su ser de mujer realizada por el amor de Dios: “Los océanos no podrán apagar el amor, ni los ríos extinguirlo” (Cant 8,7).
Qué opinas de esta reflexión? Qué mensajes te deja? A qué te compromete?


[1] El color moreno de esta mujer se debe a pasar muchas  horas al sol en el cultivo de la viña, donde fue explotada. (Cant 1,6). A pesar de esto su color tostado,  le da una belleza inaudita, admirable, sorprendente, 

14 feb 2014

Fuertes de Espíritu y tiernos de corazón


“Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16).

El titulo de esta reflexión esta tomado de un libro de Martin Luther King, la Fuerza de Amar donde comenta este pasaje de Mateo, el cual refiere la dificultad de los primeros discípulos en dar testimonio ante aquella sociedad, debido a las envidias y persecuciones. Al mismo tiempo les fortalece, diciéndoles que el testimonio viene de la acción del Espíritu en ellos.


 Retomando la interpretación de Martin Luther Kíng, sobre los fuertes de espiritu y los tiernos de corazón, el enumera sus rasgos, los cuales resumimos:


Fuertes de espíritu
Tiernos de corazón
Racional, idealista
Sentimental, inconstante
Crítico, egoísta
Flexible, amigable
Discierne lo falso de lo verdadero
Se deja llevar por la apariencia
Consiente, perfeccionista
Espontaneo
Realismo, utilitarista
Realismo subjetivo
Personalidad fuerte, insensible
Cambiante
Cumplidor
Flexible

 
Parafraseando este texto, podríamos decir: la fidelidad a Dios y la solidaridad con quien necesita. También pudiera ser la fortaleza y la sensibilidad. Tú puedes crear tu interpretación. ¿Tu personalidad coincide con esta distinción? ¿Con cuál? ¿Qué opinión te causa?

Tal vez con algunas de estas expresiones nos asemejamos porque coinciden con cualquier persona. Son los extremos o tendencias de todos/as. Pero la frase bíblica tiene para nosotros una honda carga espiritual: ¿Cómo ser testimonio en esta sociedad donde  nos toca vivir en medio de muchas dificultades?  

Pudiéramos entender “ser fuertes de espíritu”  como la persona de fe y por eso ejemplo de vida, capaz de tomar decisiones importantes en medio de las dificultades, quien posee siempre una esperanza en mejorar las situaciones y fortaleza para superar los conflictos.

“Tiernos de corazón” representa la nobleza humana, la sensibilidad, la apertura a los demás, la capacidad de perdonar y reconciliarse, los valores, la generosidad, la solidaridad, comprender a los demás, apoyarlos, un compromiso de vida con el bien y la verdad. Fuertes de Espíritu y tiernos de corazón se podría resumir en: “la grandeza de Dios, que se realiza en la pequeñez humana”.

Me recuerda esto a la Sra. Claudina Labana, catequista del pueblito de Cupira en el Estado Miranda: “una mujer de Dios” por su alegría, por su sencillez, por su transparencia, por su fe; “una mujer del prójimo” por su generosidad, su solidaridad, desvivirse por sus hijos y familia, por la Iglesia. Tal vez cargada de muchos problemas y sacrificios, pero un rostro que siempre refleja paz, y por eso a Dios; y un gran corazón donde constantemente hay alguien a quien ayudar.

Hoy necesitamos ser fuertes de espíritu y tiernos de corazón para que nuestra sociedad sea feliz. ¿Cómo?
 
 

16 ene 2014

El hombre ante la Palabra de Dios

           ¡Cuántas veces en la vida una palabra nos ha hecho reaccionar!: una palabra de amigo, de consuelo, de reclamo, de felicitación, de amor, de silencio. Pero también las palabras pasan sino las escuchamos, no producen ninguna reacción en nosotros por más sabias que sean, se hacen rutina, ruido y vaciedad.

¿Recuerdas algunas palabras importantes en tu vida? ¿Cuáles? ¿Qué reacción te produjeron? ¿Cómo debe ser nuestra actitud ante quien nos habla?

En el caso de Dios, siempre ha hablado, mejor dicho, se ha comunicado: su Palabra es viva y eficaz, provoca lo que dice (Is 55,10-11; 1 Ts 2,13; Hbr 4,12), es la verdad (Sal 119,160; Jn 17,17), su Palabra es vida (Dt 32,46-47; Jn 6,63), permanece para siempre (Is 40,8). Dirigida al hombre, la Palabra de Dios es llamado, es vocación (Gn 15,1-6; Ex 3,1-2; Is 3,1-14…).

Por eso ante esta palabra el hombre no puede resistirse, debe reaccionar (Jr 20,8-9; Hbr 4,12), ella da sentido a su vida y es luz para sus pasos ( Sal 119,105). La Palabra de Dios suscita en el hombre amor apasionado a Dios y su justicia (1 Re 19,5), al mismo tiempo crisis de soledad y sin sentido, incomprensión en la lucha por el bien y la verdad. Al mismo tiempo la Palabra de Dios es causa de “gozo y alegría en el corazón del hombre” (Jr 15, 10-21).

De este modo, quien escucha la Palabra de Dios debe reaccionar, tomar posición: asumirla en su vida con interés y sinceridad (Dt 6,6-8), ponerla en práctica (Sal 119,9; Mt 7,24 siguientes; Stg 1,22-25), anunciarla (2 Tim 4,2). Se transforma en un “ministro de la Palabra” (Hch 6,4), fuerza para la justicia y la solidaridad (2 Tim 3,16-17).

¿Qué te hace pensar esta reflexión? ¿A qué te compromete la escucha de la Palabra de Dios?

                                     s?

8 ene 2014

La religión del pueblo: los exorcismos


  Los exorcismos junto a la magia y a las sanaciones fueron prácticas comunes utilizadas en las culturas judías y greco- romanas, como terapia para expulsar los demones[1].
 
   El termino exorcismo viene del griego exorkismo, que significa conjuro, es decir, la obligación a través de un  juramento para realizar una encomienda. La palabra exorcista viene de exorkistes, y aparece solo en libro de los Hechos 19, 13 para referirse a los exorcistas judíos itinerantes.
 
   La tradición bíblica del Antiguo Testamento no menciona exorcismos, sino hace referencia sobre espíritus maléficos (1 Sam 16,14 y ss; 18,10; 19,9) y seres demoníacos (Is 13,21; 34,14). El pueblo de Israel después del destierro y por influencia babilónica, asumió las tradiciones sobre los demonios, como seres causantes de todo mal, incluyendo la muerte.
 
   Se tienen por exorcistas, sobresalientes a personajes de la historia bíblica, quienes actuaron con gran éxito y poder: David, Salomón, Noé, Abrahán; así lo describen documentos y  judíos antiguos como: Flavio Josefo, el libro apócrifo Testamento de Salomón (s. I. d. C.), algunos manuscritos del Qumram (11QPs y 11QPsAp), el libro Antigüedades bíblicas del Pseudo-Filón (s. I. d. C), el Libro de los Jubileos (130 a. C), el libro Génesis Apócrifo (hallado en Qumram).
 
   Se añade a esto, algunos textos del Antiguo Testamento, que reflejan la familiaridad del judaísmo con las prácticas exorcistas (Tb 3,8; 8,1 – 3 y Ez 13, 17 – 23). Podemos concluir, que en la tradición religiosa de Israel, se conocían los exorcismos y se tenían a figuras principales de su historia, como exorcistas de poder. Se ratifica igualmente la práctica exorcista desarrollada durante el tiempo del Nuevo Testamento y en el ambiente greco – romano, además de la existencia de fuentes escritas (antes mencionadas), lo cual evidencia una práctica común en el contexto mediterráneo.
 
   La actividad exorcista de Jesús, es presentada por los evangelios sinópticos, a través de una  detallada descripción en cinco relatos con sus paralelos: Mc 1,21 – 28; 5,1 – 21; 7,24; 9,14 – 27; Mt 12,23 – 33. Una agrupación de dichos que responden a las acusaciones de sus adversarios sobre Belcebú: Mt 12,22 – 30 y paralelos. Finalmente resúmenes elaborados por los evangelistas: Mc 1,32 – 34; 3,10 – 12. Esto refleja una tradición habitual y remite a una práctica exorcista obrada por Jesús. También es de notar que Jesús se consideró así mismo como exorcista, así los expresa Mt 12, 28 y paralelos: “Pero si yo hecho los demonios con el soplo del Espíritu de Dios”. Estas constataciones manifiestan la fama de Jesús como exorcista, fue un exorcista de prestigio extraordinario, incluso fuera de los ambientes cristianos.
 
   En el Libro de los Hechos de los apóstoles se narran dos casos de exorcismos: la muchacha exorcizada (16,16 – 18) y los siete hijos de Esceva (19,11 – 17), pero además distintas veces se mencionan como signos prodigiosos la salida de espíritus inmundos de los posesos, como tarea de los discípulos de Jesús (5,16; 8,7). Esto denota el conocimiento de la práctica exorcista de parte de Pedro (5,16), Felipe (8,7) y Pablo (16,16 – 18), tres líderes principales del cristianismo naciente. Otro detalle curioso es la ubicación geográfica de tales portentos: Jerusalén, Samaría, Filipos y Éfeso, lo cual abarca ciudades principales del imperio romano y por tanto se puede sospechar el conocimiento de tales prácticas en lo anchuroso del imperio.
 
   Relacionado con el término exorcismo, está la locución demonio, que en el griego clásico define “una serie de fuerzas personificadas que rodean al ser humano pudiendo llegar a influir y controlar su existencia para el bien o para el mal”. Estos demonios tienen la posibilidad de someter a la persona a su arbitrio, poseyéndola y alterando la normalidad de la misma.
 
   Las afecciones que causan los espíritus malignos son: comportamientos extraños, hablan alternativamente el poseído y el demonio (Mc 1,24; 5,7 – 13), mudez (Lc 11,14), sordera o ceguera (Mc 9,17. 25), epilepsia (Mc 9,18), auto mutilación (Mc 5, 5), mujer encorvada (Lc 13,10 y siguientes).
 
   Tratando de explicar todas esta afecciones originadas por la posesión diabólica, algunos psiquiatras la definen como “un fenómeno disociativo de la personalidad, en el que se produce una alteración de las funciones integradoras de la conciencia”[2], es decir, trastornos en las sensaciones, percepciones y emociones, que alteran la identidad personal, la relación consigo mismo, con el ambiente y con los demás.
 
   También desde la antropología cultural se interpretan las posesiones diabólicas, como una reacción frente a las tensiones imperialistas romanas: opresión, explotación, exclusión, marginación, “…existe una estrecha relación entre la posesión diabólica y las tensiones sociales, tales como antagonismos de clase debidos a la explotación económica, a conflictos entre tradiciones en los que se destruyen las tradiciones veneradas, a la dominación colonial o a la revolución”[3].
 
   El poseso quien pertenece a esta clase oprimida, porque no tendría otra forma de reaccionar, se serviría de tal estado fenomenológicamente, como protesta ante su condición humillante. La posesión demoníaca fue una forma socialmente aceptada de afrontar las tensiones, porque permitía a los poseídos hacer y decir sin poner en peligro el orden establecido, lo que no podrían haber dicho y hecho como personas normales.
 
   Con la investigación que expusimos, se ha querido presentar de forma panorámica, lo que significan los exorcismos, así como las interpretaciones que aportan  las ciencias. Pero en cualquier caso la conclusión es categórica: Jesús ha vencido a los demonios, raíz de todo mal, y con ello ha hecho presente el Reino de Dios en este mundo.
 
   Es la victoria de Dios a través de Jesús, quien se hace solidario con los más necesitados, como Dios compasivo y misericordioso, Dios de justicia y liberación, Dios igualitario y comunitario. Los exorcismos como liberación plena de todo hombre y mujer, liberación física y espiritual, moral y social; promueven el hombre nuevo insertado en Jesucristo, constructor de un mundo alternativo en la justicia y la paz.
 
   Es el Reino de Dios, propuesta de liberación y de un mundo nuevo, derrota del mal, la irrupción de la misericordia de Dios, la eliminación del sufrimiento, la acogida de los excluidos en la convivencia, la instauración de una sociedad liberada de toda aflicción.
 
  ¿Qué opinión te causa esta reflexión acerca de los exorcismos?


[1] En el mundo clásico se refiere a espíritus demoníacos, eran unos seres que se ubicaban entre los dioses y los hombres. Usualmente tenían una naturaleza maligna causando enfermedades y penalidades a los hombres.
[2] Los psicólogos y psiquiatras la llaman Estados Alterados de Conciencia (EAC). Guijarro Santiago. Los exorcismos de Jesús. En: Reseña Bíblica. Madrid.  No 32 (2001);  p. 52 – 61.
[3] Ib.