En
la experiencia de los santos como residencia de Dios, Cielo posee un matiz de: espacio de paz, libertad, amor, alegría,
justicia humano-divina, armonía universal, felicidad plena, realización
personal y colectiva, llegar a la plenitud humana… la santidad. Se interpreta con ello la escena del Apocalipsis
19,5-7; 21,4:
“En
seguida se escuchó desde el trono una voz que decía: Alaben a nuestro Dios,
todos sus servidores, todos los que honran a Dios, grandes y pequeños. Y se oyó
un rumor como de una multitud inmensa, como de rugientes olas, como de
violentos truenos. Clamaban: Aleluya. Ahora ha comenzado a reinar el Señor
Dios, Dueño del universo. Alegrémonos y regocijémonos y demos gracias a Dios…enjugara
toda lagrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni
penas…”. El Cielo entonces es reinado de Dios,
canto, gozo, consolación, plenitud. Todo bien.
Conquistar
el Cielo con Teresa de Ávila, sería asumir la cruz o la abnegación evangélica,
una vida de austeridad, servicio y solidaridad: “En la cruz está la gloria, Y el
honor, Y en el padecer dolor, Vida y consuelo, Y el camino más seguro para el cielo”.
Teresita del Niño Jesús dirá: “quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”. Para el Cura de Ars: “Los buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están siempre felices y contentos; gozan por adelantado de la felicidad del cielo; serán felices toda la eternidad". Santa Faustina Kowalska, dirá:
Hoy, en espíritu, estuve en el cielo y vi
estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la
muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente honor y gloria a Dios;
vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las
criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y gloria que las hizo felices vuelve
a la Fuente y ella entran en la profundidad de Dios, contemplan la vida
interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo…
Es decir, hablar de cielo es describir la alegría y felicidad, la plenitud, que se encuentra por la presencia de Dios, y que se vive en la fraternidad y solidaridad con los demás. Por eso quienes desde su espacio de vida, siguen a Jesús son alegres en la lucha, fuertes en la en la precariedad, hermanos en la necesidad. Es imprescindible la alegría, como un trazo de la presencia de Dios, la felicidad de hacer el bien.
El hombre conquista el Cielo cuando se encuentra con
Cristo, cuando adora al Padre en la oración,
cuando construye la comunidad con su
testimonio, cuando hace de nuestro planeta un espacio con mejor calidad de
vida.
En fin Conquistar el Cielo son manos unidas ante las
adversidades, ojos oteando el horizonte para construir nuevos sueños de
felicidad, siempre con la fuerza de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario